Aprovecho para hacer público, aquí, mi incómoda reacción cada vez que algún conciudadano recuerda la frase que intitula esta entrada como la única que conocen del Maestro Francisco Umbral.
Acepto la envidia patria, consiento con el machismo verbal (y más allá) de mis vecinos, no me ofende el gusto unánime por el balompié de la práctica totalidad de la ciudadanía, pero me indigna y conmueve que al mayor artesano de palabras que ha dado este país sólo se le recuerde por aquella enérgica frase, enérgicamente pronunciada, en un programa televisivo, hace ya tiempo, demasiado.
Así que espero no escupan carcajadas al comprobar que hoy vengo yo a hacer lo mismo: hablar de mi libro. Hoy quiero hacerlo, he de hacerlo. Ahora que ya casi acaricio el lomo de ese ejemplar impreso con mi primera novela, me veo en la obligación (hacia mí, al menos) de dar ciertas explicaciones.
A partir de mañana estará a la venta Los Cuadernos del Hafa.
¿Qué son estos Cuadernos? ¿Qué es el Hafa? ¿De qué va el libro? (esta pregunta me enerva)
Sólo unos breves apuntes
Comencé la escritura de los Cuadernos del Hafa como juego y como deber. Si alguna vez debía dar fin a una obra literaria que pudiese considerarse tal, ésta debía glosar mis andanzas por tierras magrebíes. El Magreb, para mí, nació en el Hafa Café, en Tánger, mucho tiempo antes de que mis pies recorriesen su perímetro sagrado. Mis implicaciones con la gente de Marruecos no han hecho sino crecer con el paso de los años, alcanzando ese contradictorio estado al que denominamos amor: un espacio delimitado a partes iguales por fronteras de atracción y rechazo. Alrededor del Hafa comenzó a urdirse la historia y, como toda historia que mis dedos puedan deletrear algún día, debía de ser una historia de amor, o no sería. Así que historia de amor con todo lo que ello implica: deseo, pasión, dolor, abandono, latido, euforia, desesperanza. Por supuesto, la historia nace en Tánger pero se desarrolla recorriendo diversos enclaves marroquíes: Chaouen, Asilah, Meknés, Merzouga...
Por otra parte, mis numerosos deambulares por la medina tangerina han sido siempre acompañados por los ecos de pasos egregios: los de todos aquellos literatos, músicos, poetas, colgados, rufianes, artistas que un día habitaron tan promiscua ciudad. Así que alguno que otro debía entrar también en Los Cuadernos del Hafa. Entraron, por la puerta principal y con grandes honores, William S. Burroughs y Brian Jones. Por pequeños ojos de buey asomaron muchos otros. Así que acudieron a mi llamada, los citados, y acompañaron al narrador en su devenir vital por tierras de Allah. A él y a la prostituta Aanisa, el periodista Munir, y muchos otros, entrecruzando con ellos vivencias que, a todos, les cambiarían sus vidas para siempre.
Claro, no lo olvido: dije al principio que es juego mi primera obra literaria. Juego es permanecer despierto, atento, seguir la senda de migas de pan de las normas no escritas. Así que los protagonistas de Los Cuadernos del Hafa juegan y hacen jugar. Su historia salta en el tiempo, en la forma. Salta y chapotea sobre las frases como sobre charcos de lluvia, engendrando concéntricas ondas de palabras que se enhebran y se estiran hasta el difumino.Y, como lector, te obliga también a saltar, atento de no caer, siempre pendiente del hilo, como un funambulista. Está de más que yo lo diga pero...merece la pena el esfuerzo: no resbalar y llegar al final para descubrir el mecanismo íntimo del juego. Claro, ya lo sabéis: ningún pasatiempo es fácil si pretendemos no perder la partida a la primera.
Y después de esto preguntaréis...¿no habías venido a hablar de tu libro? Sí, lo pretendía, pero sería vano intento emular al Maestro. Yo vine a hablar de mi libro, pero no alcanzo más que a emitir torpes gorgoteos. No estoy a su altura.
P.S.: si a pesar de la inexactitud, alguien se atreve a entrar en el Hafa conmigo, os ruego me lo hagáis saber, antes de adquirir el libro, para buscar la manera de agradeceróslo personalmente y estampar una cuidada dedicatoria en vuestro ejemplar. Salvo que vengáis a la "puesta de largo" el día 7. En tal caso tenéis asegurado mi abrazo.
No te enfades por lo de Francisco Umbral. Se le recordará siempre por eso, ¿qué le vamos a hacer? A mí me parece gracioso, jeje. Si no fuera por eso habría gente que ni le conocería. Digamos que todo tipo de publicidad es buena :-)
ResponderEliminarBueno, a lo que vmaos que ya me estoy yendo por las ramas, jeje. La historia pinta bien y como seguramente vaya a la presentación el martes que viene (porque es el martes, ¿verdad?) esperaré a ver si allí me termináis de convencer ;-)
Un beso! y mucha suerte con tu novela.
Me quedo por aquí a investigar un poco sobre el título.
ResponderEliminarGracias.
Creo que es bueno ser claro, sincero con uno mismo y con los demás. Solo expresas tu intención, tu deseo, sin engaños, como lo hizo Umbral. Por lo demás, leí los cuardernos del Hafa y sinceramente merece la pena, creo que no sólo es una inmersión en Marruecos, no sólo es una historia de amor, no sólo es,....brindo por ti Pablo
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