Día de lluvia copiosa y deseada. Jornada de aguacero gris y solitario que extiende sobre la ciudad un manto de lejanías imprevistas. Enciendo la tele con la insana pretensión de encarcelar la lluvia tras las 625 líneas que dan vida al aparato y, hastiado de tormentas encajonadas y avisos de alerta naranja en las distintas provincias, cambio de canal.
No consigo variar mi invernal sensación de abandono. Me siento ahora abrumado por una tempestad menos húmeda: el torrente de calificativos con que una presentadora televisiva engrandece la figura de una conocida integrante del show business: modelo, cantante, bailarina, diseñadora, pintora, perfumista... Lo juro: la distinguida presentadora casi pierde el aliento antes de llegar al calificativo final, la cumbre, el culmen: ARTISTA. Y conste que lo escribo en mayúsculas debido al énfasis con que ha pronunciado tal palabra.
No consigo variar mi invernal sensación de abandono. Me siento ahora abrumado por una tempestad menos húmeda: el torrente de calificativos con que una presentadora televisiva engrandece la figura de una conocida integrante del show business: modelo, cantante, bailarina, diseñadora, pintora, perfumista... Lo juro: la distinguida presentadora casi pierde el aliento antes de llegar al calificativo final, la cumbre, el culmen: ARTISTA. Y conste que lo escribo en mayúsculas debido al énfasis con que ha pronunciado tal palabra.
Efectivamente: abundan en la actualidad los artistas multidisciplinares. Parece que se les quede corto el campo en que dieron sus primeros pasos hacia el sendero de la fama y el dólar, así que lo aprovechan cultivando otras muchas especialidades. Aplaudo su esfuerzo, aunque ignore sus logros (mea culpa)
Allá por los siglos XV y XVI, tuvieron los europeos la fortuna de asistir a una similar proliferación de creadores que, incontrolables en su pericia, abordaron, sin aparente esfuerzo y con notables resultados, las más distintas asignaturas del arte. Hubo así arquitectos que pintaban y esculpían, escultores que inventaban ingenios y pintaban, pintores que dominaban la arquitectura y el grabado... todo un vivero de mentes inquietas que si no hizo la vida más fácil si consiguió hacerla más amable, más bella. Renacimiento se dió en nombrar aquella época, y renacentistas se llamó en adelante a los artistas capaces de practicar con suma pericia distintas disciplinas. Miguel Ángel, Leonardo, Rafael, sólo son algunos de los nombres de dichos genios.
Intento recordar el nombre de la "artista" elogiada en televisión, pero creo que sus muchas capacidades y talentos han nublado mi memoria. Al menos se deduce del hecho de que sea cotizadísima modelo que estaremos hablando de una mujer cuyo físico reunirá los patrones con que se conforma la perfección femenina.
Tendré que recurrir a "la red", sería un error por mi parte ignorar dicha belleza y, sobre todo, dar la espalda a este nuevo Renacimiento del que, parece, está gozando la civilización occidental. No llegó, amigo Arrabal, el milenarismo, equivocaste el término.
En mi humilde opinión, sólo ha llegado la lluvia, como un mal presagio vislumbrado hace tiempo, como una canción de acordes erróneos. Espero equivocarme.
En mi humilde opinión, sólo ha llegado la lluvia, como un mal presagio vislumbrado hace tiempo, como una canción de acordes erróneos. Espero equivocarme.
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