Recordamos aquella noche eterna en que nuestros labios se enredaron en besos y enfebrecidos recorridos que pretendían agotar la piel de quien nos acompañaba. Lo recordamos sí, pero la nebulosa de un sueño nos equivoca la memoria y sólo conservamos fogonazos, destellos, imágenes que eternizan en nosotros la sensación de haber vivido, aquella noche, los momentos más intensos de nuestra vida.
Recordamos con mayor claridad el camino, paso a paso agotado, hasta llegar a esa noche perfecta en que nuestros cuerpos fueron uno sólo. Las breves zancadas del galanteo, las huellas frescas del enamoramiento, quedaron por siempre impresas en nuestra sangre, y aún las hacemos viajar, de tanto en tanto, por entre los circuitos locos de nuestra melancolía.
El amor, con suavidad y ternura, lo vamos alimentando día tras día. Son esos momentos los que jamás olvidaremos.
La pasión, el deseo encabritado, la flama insensata del sexo, dura lo que un latido, lo que un beso que se pierde entre los pliegues tiernos del cuerpo amado. El sexo como arritmia violenta del sentimiento amoroso, ya digo. Y está en nuestra naturaleza el olvidar la arritmia, la irregularidad, el éxtasis, por potente e intenso que este sea. Es el camino recorrido hasta llegar a tal momento, el que jamás arrinconaremos en la lóbrega esquina del olvido.
Quise durante muchos años cultivar el amor, el cariño, sembrar y ver florecer los brotes tiernos de la amistad y el abrazo, el florecer silencioso de la caricia y el beso. Ayer todo el cuidado que, mejor o peor, presté a muchas personas, el que ellas me regalaron a mí, brotó en un sonoro estallido de afecto que dibujó de primavera la gélida noche madrileña.
Quiero decir que fue en la tarde de ayer cuando presenté de manera oficial mi novela, Los Cuadernos del Hafa, y que, aunque el bombardeo de sensaciones a que me ví sometido pueda pasar a formar parte algún día de mis olvidos, jamás olvidaré todo el camino recorrido hasta llegar aquí. A pesar de que me falle la memoria al intentar recuperar alguno de los mágicos momentos que ayer todos me regalásteis, jamás desterraré al olvido el cariño que, con el transcurso de los años, me habéis y os he profesado, ese amor serena y cálidamente cultivado. Anoche sólo fue la culminación tangible del amor que por todos vosotros siento, el momento de pasión, el estallido del deseo, como en el sexo ya digo.
A la noche que culmina la senda tortuosa del deseo, sigue inevitablemente el reguero sensato y sereno del amor verdadero. Así, hoy sólo espero que al día de ayer suceda el afianzar los lazos que a todos vosotros me unen.
Es con la urgencia airada del deseo, aún enredándome el entendimiento, que os doy las gracias: gracias siempre por lo que ya me habéis ofrecido, gracias anticipadas a todo lo que aún, mutuamente, nos regalaremos.
Enhorabuena por ese record Pablo! Te lo mereces, porque escribir, es siempre una labor ardua. Me alegra haber conseguido un ejemplar antes de que se agotasen!
ResponderEliminarSolange
Yo también me llevé el mío (y he de decir que podría haber sido fácilmente robado. Nunca había visto que los ejemplares pudieran ser firmados antes de comprarlos...)
ResponderEliminarPor cierto, gracias por la dedicatoria. Me gustó mucho :-)
Mucha suerte con Los cuadernos...
De nuevo nos hiciste vivir otra experiencia diferente. Fue una velada muy agradable.
ResponderEliminarGracias por el momento.
Un abrazo
Muchas gracias a tí Pablo. Leer un libro es siempre algo emocionante, pero cuando tienes la oportunidad de tener entre las manos uno que ha escrito alguien a quien aprecias, se convierte en algo único. Gracias mil veces.
ResponderEliminarVicente.
Que hermoso lo que escribiste.... muchos éxitos y espero que puedas escribir muchos mas..
ResponderEliminarNo lo he leído, pero seguro que es una estafa...
ResponderEliminaranonymous