viernes, 18 de noviembre de 2011

añoranza de saliva

Es, ahora que la flama opaca de la noche me sopla el soplo que aún no siento, que mi corazón se asoma, dolido, al borde marchito del vetusto espejo. 

Ahora que me desea tragar el ogro nocturno de la medianoche, cuando comprendo y asumo y agradezco y añoro la dentellada tibia de tu recuerdo, pestilente como una raspa de moribundo pescado a la espera de la página, arrancada del noticiario, que la envuelva y la postre a los pies de la cama del asesino que hoy me siento.



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