Informábamos hace unos días de la muerte del dictador norcoreano Kim Jong Il. Tenemos hoy que dar triste noticia sobre otro fallecimiento que, si bien no nos provoca la inquietud del anterior, nos resulta más penoso: a los 80 años de edad, ha fallecido la Mona Chita. Quizás este otro famoso de reciente deceso nos resulte más cercano al ser humano que el anterior... quizás.
Los motivos que dieron fama al chimpancé son de sobras conocidos por todos aquellos que ya nos asomamos (o dejamos atrás) la turbadora frontera de los 40: acompañó al todavía cuerdo Jhonny Weissmuler en, al menos, 12 de los films en que este interpretó a Tarzán, ése héroe de nuestra niñez. Su comportamiento vivaracho y socarrón consiguió que más de uno comenzásemos a considerar las teorías de Charles Darwin como acertadas, aún en contra de lo que los poderes religiosos se empeñaban en hacernos creer.
Ardua lucha la de Darwin. Es lo que tiene formular teorías siendo agnóstico declarado a pesar de colaborar con la parroquia local, luciendo tupida barba blanca de aspecto mendicante, y habiendo consumido la mitad de la vida vagabundeando el planeta en compañía de extraños utensilios y no menos insólitos camaradas: el común de los mortales se negará a creer dichas teorías, y las considerará producto de una mente enajenada. A renglón seguido del breve informe sobre el deceso del chimpancé, nos sorprende el noticiario con las declaraciones de un vecino del piso en que varias transexuales ejercían la prostitución y que, muy cargado de razón, explica la "anomalía" de dichas profesionales. Comprobamos pues, que al igual que al científico tacharon en su época de enfermo y desviado por pretender alejar su origen divino del camino marcado, tachan hoy de desequilibradas a aquellas personas que hacen pública repulsa de su sexo asegurando que está equivocado, que les corresponde el contrario, pretendiendo por tanto anular así su origen divino. Bien es cierto que no apoyan sus aseveraciones en ningún estudio o teoría, sólo en sus más íntimos sentimientos.
Acudid a "la red" para rastrear noticias sobre la muerte de la celebérrima chimpancé, y descubrid que a pesar de haber ocupado las pantallas de las televisiones, durante tantos años, como fémina, resultó ser un ejemplar varón. Ignoramos si el cambio de sexo respondió a los propios sentimientos del animal, o a la preferencia de los estudios holliwodyenses por una contraparte femenina que evitase así hacer sombra, con la armonía de su entendimiento, a la lucidez algo asilvestrada del protagonista macho, esto es, Tarzán.
No habiendo contemplado las mismas escenas de lacerante duelo por su fallecimiento que acaecieron en el de ese otro famoso (el norcoreano), nos preguntamos si el público en general muestra así su repulsa a la teoría de la evolución (y, de paso, al cambio de sexo), y niega la posibilidad de que el chimpancé haya alcanzado un estatus más alto, en el desarrollo homínido, que el fenecido dictador. Quizás la Mona Chita quede sólo en el imaginario popular como un excéntrico animal que quiso ser humano, demasiado humano.
¿Que opinaría Darwin de todo esto?
¿Que opinaría Darwin de todo esto?
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