lunes, 30 de julio de 2012

días sin huella

Gustamos de enredar efemérides y datos, como para hacer guarida en la memoria a intemporales momentos. Quiero decir, al caso, que nos gusta ubicar instantes que vivimos, demasiado intensos, en el mentiroso calendario de la Historia, y recordar que mientras caían las torres de Manhattan nosotros embadurnábamos de sudor y sexual exceso la piel ajada de nuestras vidas. Que aquel día fuimos agraciados con un buen polvo, o sea. Mientras anónimos ciudadanos cruzaban el cielo neoyorquino, en caída libre, por huir de las llamas, nosotros incendiábamos músculos y latido en la hoguera inconsciente del sexo. Cruel paradoja que pervierte la memoria de los fallecidos para mejor rescatar la de los vivos.

El hombre, ese animal, necesita ubicar su vida en los espacios muertos que deja la tinta fresca de un periódico o un libro de texto, por dar entidad a su exiguo paso por la Historia y el Tiempo.

Prefiero yo abotonar el frescor de ocaso de los días con la chaqueta roída de lo nimio, lo carente de importancia, esos momentos que a mí me enredan los sentidos pero a mis semejantes permanecen ocultos. Y es así que salgo a flote, hoy, de un naufragio de Poesía, miradas, palabras y abrazos que ha impreso por siempre, en mi pueril biografía, su firma de tinta y fuego, su fogonazo de sentimiento. La voz de los poetas, esa que refresca el irregular empedrado de una ciudad castellanoleonesa al albur del olvido popular pero al calor irredento de mi recuerdo.


Soy consciente de que mañana, en un futuro, no recordaré estas fechas en que la melodía hiriente del abrazo sincero y el intenso violín de la palabra exacta cosieron en mi rostro sonrisas de verbo y en mi alma cicatrices de luz. Repaso los periódicos y no encuentro efeméride o mundial acontecimiento que pueda hacerme recordar, pasado el tiempo, León en julio de 2012.
Pero quedarán indelebles en mi latido ebrio los fulgores de Vicente, los latigazos de David, los incendios de Xen, la luminosidad de Julia...y tantos otros milagros hilvanando su reflejo azul cobalto en las mordisqueadas pestañas de mi conciencia.

Aunque...2012...fin del calendario maya...efeméride al fin, cierto. 

Quizás tengamos, a pesar de todo, una excusa para recordar el año en que inauguró el fin del mundo y, aunque yo no recordaré cuándo fue, sé ahora que en este año dió inicio el enero que alejará mi vida del tiempo del hombre muerto, ese tiempo que no deja espacio para los libros y en que el merodeador toma posesión funesta de nuestras más preciadas pertenencias.

Tiraremos mañana de hemoroteca para recordar la pirotecnia de este fin del mundo que hoy nos acorrala. Yo me quedaré tumbado en la cama, entre sábanas enredadas de acartonado sexo, ajeno a los gráficos erróneos de la Historia, ¡tan sucios!, mientras advierto: no todo está perdido, aún resuena la voz de los poetas.

Gracias, hermanos, por permitir que mi literatura tartamuda se envenene de vuestra Poesía, por ser aún conscientes de cuánto os necesitan la Historia y el Tiempo.

3 comentarios:

  1. Que maravilla! Aún resuena la voz de los poetas!!

    Gracias por cada una de tus postales, las espero con entusiasmo y las disfruto con deleite.
    Maica

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  2. Gracias y como tu bien dijiste "esto no es un cortocircuito"..jejeje.

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soy todo oídos...