Caminábamos las calles de imperdible y desastre del barrio de Chueca, años antes de que las horadasen las hordas de la modernidad gay, aquellas otras hordas del todo vale y no hay futuro. Antros desacordonados en desacordes que rugían por un presente marchito, en la voz de Jhonny Rotten, al ritmo de la saliva ensangrentada y la rabia amaestrada, poetas del punk, orates de la nada, efedrina, marihuana, hachís y cocaína, andurriales del espanto de una generación robada, charcos de la mansedumbre que no desea seguir arrodillada.
Aquellos bares, Ramonas, Jam, Clash, crestas de cabello decolorado recortado a la puerta de los soportales con tijeras infantiles de esas que nos obligaban a utilizar en las clases de Manuales por evitar incidentes, armas blancas, líneas blancas en bandejas de lata en tantas fiestas en que los Ramones gritaban Hi, ho, let's go! Y nosotros a la vereda del espanto, recién salidos de la debacle de la heroína, que tantos amigos se llevó por delante, tantos que tenían la edad de nuestros hermanos, regocijándonos en la estética de tela escocesa y Dr. Martens con que gustábamos de patear cubos de basura y muescas de noches sin amanecer... otros tiempos, y sólo quedó la rabia agrietada en la garganta de Rotten, desprestigiando el desperdicio de un Imperio que aún empleaba a fondo su maquinaria colonialista, en esta ocasión para colonizar el futuro de tantos jóvenes británicos. O sea: God save the Queen.
Uno anda siempre disculpándose por escribir con retraso y recuperar las noticias cuando el vendaval de los días ha desordenado ya su cabello de tipografía y urgencia. Es por ello que hoy, intentando ponerme al día, vengo aquí a traer un tema de rabiosa actualidad... bien rabiosa, oigan.
Aquellos bares, Ramonas, Jam, Clash, crestas de cabello decolorado recortado a la puerta de los soportales con tijeras infantiles de esas que nos obligaban a utilizar en las clases de Manuales por evitar incidentes, armas blancas, líneas blancas en bandejas de lata en tantas fiestas en que los Ramones gritaban Hi, ho, let's go! Y nosotros a la vereda del espanto, recién salidos de la debacle de la heroína, que tantos amigos se llevó por delante, tantos que tenían la edad de nuestros hermanos, regocijándonos en la estética de tela escocesa y Dr. Martens con que gustábamos de patear cubos de basura y muescas de noches sin amanecer... otros tiempos, y sólo quedó la rabia agrietada en la garganta de Rotten, desprestigiando el desperdicio de un Imperio que aún empleaba a fondo su maquinaria colonialista, en esta ocasión para colonizar el futuro de tantos jóvenes británicos. O sea: God save the Queen.
Uno anda siempre disculpándose por escribir con retraso y recuperar las noticias cuando el vendaval de los días ha desordenado ya su cabello de tipografía y urgencia. Es por ello que hoy, intentando ponerme al día, vengo aquí a traer un tema de rabiosa actualidad... bien rabiosa, oigan.
Si ninguna de las manifesaciones desautorizadas por la Delegación del Gobierno decide tomarse la justicia por su mano y llevar a cabo sus maquiavélicos planes de regicidio (difícil: 120 adiestrados (sí, como los perros) francotiradores), si no se produce el milagro de los panes y los peces multiplicando las muestras de dignidad ciudadana en los altares de la gobernanza (imposible: al menos 296 de los 350 diputados (sí, esos que deben defender los intereses de aquellos que les llenan el plato de caviar y strogonoff) adiestrados en la continuidad medieval), si nada de esto ocurre (que no va a ocurrir, creo que ya ha quedado claro), España tendrá hoy un nuevo rey.
Estarán ya tronando los voceros del intrépido periodismo de investigación patrio las bondades de aquel que abandona el trono en favor de su hijo, también poseedor de excelsas virtudes bien ganadas tras años de esfuerzos costeados por todos los que, hoy, verán su sonrisa principesca y bien educada en televisión y demas medios desinformativos.
Ignoro si son los astros en conjugada conjunción de conjuntos de casualidades lo que hace que ande, estos días, enfrascado en recuperar los acordes discordantes de aquella banda británica que vino a proclamar lo que ya estamos viviendo: la ausencia de futuro. Me refiero, por supuesto, a los Sex Pistols, aquel cóctel molotov de drogas urgentes y tonadas de urgencia gamberra sujetas con imperdible a la piel del sistema. Mucho se defendió Jhonny Rotten, líder de la banda, ante las acusaciones de erigir en la letra de la canción God save the Queen un ataque frontal y descarado a la monarquía británica. Se disculpó explicando que su diatriba no apuntaba a la reina, sino al gobierno insular en pleno, y a la desidia silenciosa de su sociedad.
Un servidor, acompañado en su deseperación ante la deriva hispana por muchos conciudadanos, hoy, no dispondría al vuelo banderas republicanas. Tampoco dispararía a matar. Pueden quedar tranquilos los francotiradores. Recuerdo que tampoco lo hicieron los punks. Sus únicas balas jugaban tiovivo en la ruleta rusa de una pistola que nadie dispararía, pero proclamaban god save the queen, y yo cantaría lo mismo, hoy, ante el féretro de la democracia que se paseará travestido de rey, príncipe, princesa o reina, como en esas teleseries de guerreros medievales tan de moda. Repito: dios salve a la reina
Imagino por un instante un Madrid podrido de jóvenes punks aullando su nihilismo al paso de la carroza real. Quien sabe, tal vez la carroza se convirtiese así en calabaza, y Cenicienta volvería a sus labores de asistenta de hogar, más dignas que las de los dignatarios dignamente obligados a vivir del cuento para mejor conducir al rebaño ciudadano hacia los pastos de la idiocia y el esperpento. Al fin y al cabo, vivir del cuento ya lo hicieron los hermanos Grimm. Con mayor beneficio, sin duda, para la humanidad.
Mañana, si tengo tiempo y ganas, continuando con esta nueva faceta mía de reportero de actualidad, les hablaré del mundial de futbol y de los 720.00€ que, afortunadamente, ya no se embolsará cada uno de los jugadores de la selección española (disculpen, lo sé, parezco un antisistema de esos), denominada la roja... y gualda. Menos gastos allende los mares, más capital para engrandecer los fastos de coronación de este nuevo rey que por más que lo pretendan nunca será de todos. Si hubiesen andado más despiertos, los mercachifles de la pirotecnia gubernamental, hubiesen contratado a los miembros aún vivos de los Sex Pistols, para que gritasen, en la ceremonia, God Save the Queen... al fin y al cabo, todo es cuestión de mercado, y España siempre se ha caracterizado por un agrio humor negro que sólo queda en eso: en humor... como estas líneas absurdas a las que pongo punto final.
Estarán ya tronando los voceros del intrépido periodismo de investigación patrio las bondades de aquel que abandona el trono en favor de su hijo, también poseedor de excelsas virtudes bien ganadas tras años de esfuerzos costeados por todos los que, hoy, verán su sonrisa principesca y bien educada en televisión y demas medios desinformativos.
Fotografía promocional de los Sex Pistols (cortesía de la red) |
Un servidor, acompañado en su deseperación ante la deriva hispana por muchos conciudadanos, hoy, no dispondría al vuelo banderas republicanas. Tampoco dispararía a matar. Pueden quedar tranquilos los francotiradores. Recuerdo que tampoco lo hicieron los punks. Sus únicas balas jugaban tiovivo en la ruleta rusa de una pistola que nadie dispararía, pero proclamaban god save the queen, y yo cantaría lo mismo, hoy, ante el féretro de la democracia que se paseará travestido de rey, príncipe, princesa o reina, como en esas teleseries de guerreros medievales tan de moda. Repito: dios salve a la reina
Imagino por un instante un Madrid podrido de jóvenes punks aullando su nihilismo al paso de la carroza real. Quien sabe, tal vez la carroza se convirtiese así en calabaza, y Cenicienta volvería a sus labores de asistenta de hogar, más dignas que las de los dignatarios dignamente obligados a vivir del cuento para mejor conducir al rebaño ciudadano hacia los pastos de la idiocia y el esperpento. Al fin y al cabo, vivir del cuento ya lo hicieron los hermanos Grimm. Con mayor beneficio, sin duda, para la humanidad.
Mañana, si tengo tiempo y ganas, continuando con esta nueva faceta mía de reportero de actualidad, les hablaré del mundial de futbol y de los 720.00€ que, afortunadamente, ya no se embolsará cada uno de los jugadores de la selección española (disculpen, lo sé, parezco un antisistema de esos), denominada la roja... y gualda. Menos gastos allende los mares, más capital para engrandecer los fastos de coronación de este nuevo rey que por más que lo pretendan nunca será de todos. Si hubiesen andado más despiertos, los mercachifles de la pirotecnia gubernamental, hubiesen contratado a los miembros aún vivos de los Sex Pistols, para que gritasen, en la ceremonia, God Save the Queen... al fin y al cabo, todo es cuestión de mercado, y España siempre se ha caracterizado por un agrio humor negro que sólo queda en eso: en humor... como estas líneas absurdas a las que pongo punto final.
Lo has dicho todo y con un ritmo imparable...!!!
ResponderEliminarEs doloroso ver cómo, personas aparentemente sensatas y con un buen sentido de la Justicia, se amparan detrás de un: "Creo que Felipe VI es lo que necesita España" en estos momentos. Como en su momento nos "vendieron" que España necesitaba a Juan Carlos I para hacer una transición tranquila y pacífica... ¿cómo no ve la gente que, pensamientos así, corresponden al Medievo? Es que me desespera!!!
ResponderEliminarContundente como siempre, Pablo... da gusto leerte.
Un abrazo.