martes, 10 de diciembre de 2024

todo que celebrar

Ansia de soplar, mientras caminamos, no para henchir velas que lleven veleros a zarpar. Después, repites el soplido, una y otra vez, que no importa sofocar incendios de cumpleaños cuando queda todo que celebrar y sabemos renovar el fuego. Queda, sobre la mesa, una disección de cacao mientras tus labios nos nombran morenos de felicidad con esa pizca necesaria del chocolate amargo. Ametrallas nombres y las sílabas se hacen dupla para tatuarnos en el frágil caparazón de la memoria que ya son 11 años, y uno más uno no habrían de ser dos cuando pueden ser uno apasionado. Hoy tampoco leeré, después de narrarte las tribulaciones de James intentando salvar a un melocotón gigante, más que el verbo de tu respiración y la novela de otro mañana a tu lado. 


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