martes, 22 de febrero de 2022

la voz y el daño

Hacía tiempo que Luis y yo no acudíamos a un concierto. No soy capaz, en estos momentos, de recordar el motivo, tal vez ni siquiera hubiese motivo, tal vez solamente andábamos perdidos en encontrar el fin de mes o sacar a paseo el perro de la rabia por la vida no apurada. El caso es que hacía tiempo, ya digo, que no afelpábamos nuestras gargantas en oropel de aullido desatado y güisqui adulterado, rodeados de almas gemelas en el sudor y el anonimato.

The Gutter Twins, los gemelos de la cuneta, los chicos del arroyo en plan Pasolini pasado por los pantanos de esa tierra americana harta de sembrar revólveres macho, los dos ladridos del extrarradio hecho licor y llanto, Greg Dulli y Mark Lanegan, en una infecta sala de Madrid con nombre de cerveza mala, 2008 o así, ya ha llovido, pero aún llueve la cascada eléctrica de aquellas dos gargantas copulando sobre el escenario, Dulli descosiendo los perfiles más remotos de su cuerpo inabarcable y desatado de espasmos, Lanegan impertérrito de talla griega arrancando huecos cavernarios al perfil de su garganta: un puto delirio.

Hacía tiempo que cada uno de los dos artistas no sacaban a pasear a sus perros de lluvia, rabia y quimera. No soy capaz, en estos momentos, de recordar el motivo, y dudo que fuese que andaban perdidos en encontrar el fin de mes, tal vez solo andaban perdidos buscando una salida a tanto y tan manifiesto desastre en que se enjalbegaba la música popular, camino ya del cementerio.

Hoy, amor, justo hoy, justo cuando sin hablarme te escuchaba, se nos ha ido Lanegan, justo hoy cuando habíamos hablado de comenzar a enderezar el sendero que le indica a la Poesía el camino del cementerio. Y hace tiempo que no acudimos, juntos, a un concierto. No soy capaz, en estos momentos, de recordar el motivo. Solo sé que nada de lo que ocurre a nuestro alrededor puede ser cierto, porque la realidad la inventamos nosotros y Lanegan sigue aullando junto a Dulli y a P.J. para recordarnos que ni él ni nosotros estamos muertos.

Que la tierra le sea leve... y que a nosotros solo nos sirva para invadirnos la piel de sudor y barro tierno.

Mark Lanegan (1964-2022), cortesía de la red


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