sábado, 31 de marzo de 2012

la belleza os hará libres

Ha llegado la primavera con su escolta de luminosos y cálidos amaneceres. Una primavera que comparece ante nosotros, en esta ocasión, con ínfulas de verano. El cambio climático, aseveran no pocos. La constatación de que la naturaleza no se pliega a nuestros engreídos afanes de calendario y clasificación, prefiero pensar yo.
Ante este nuevo cambio de estación se suceden, como cada año, en los platós televisivos de tertulia multidisciplina y cotilleo variado, los avezados comentarios sobre las novedades que, al vestuario femenino, han decidido otorgar los gurús de la moda. 
Disfrutamos, de esta manera, ante el televisor, de un sincopado despliegue de sedas volubles y colores evanescentes que, aseguran, harán las delicias de toda aquella fémina que quiera emparentar su camino al de los tiempos modernos que nos ha tocado vivir.

Los eruditos tertulianos de uno de estos espacios televisivos, no satisfechos con glosar las bondades de las distintas prendas de vestir que gobernarán esta nueva primavera, elogian el último hallazgo de un afamado líder de tendencias indumentarias que asegura haber estudiado en profundidad la naturaleza femenina y poder clasificar a cada hembra, según su tono de piel, rasgos, altura y demás etcéteras, en una de estas cuatro modalidades: mujer primavera, mujer verano, mujer otoño y mujer invierno. Dependiendo de la casilla que ocupe la afortunada, el susodicho maestro podrá recomendarle una u otra prenda, tal o cual maquillaje, que le permitan mostrar al mundo todo su femenino esplendor.

Hace apenas un año que asistíamos a una primavera más violenta y definitoria que la que nos ocupa. Primavera Árabe dieron en llamarla los tecnócratas de la Historia. Se poblaron las calles del orbe musulmán de un estallido de banderas y consignas libertarias, invadieron las acequias del extraradio árabe batallones de brazos alzados contra el totalitarismo gobernante. Tenaz trabajo el de la primavera germinando ramilletes de ilusión y esperanza, hace un año.

Pasan sin solución de continuidad, los tertulianos que han comentado ampliamente las características de la mujer primavera, a analizar las consecuencias que en el mundo musulmán tuvieron aquellas revueltas de la Primavera Árabe. Y aseguran consternados que nada ha cambiado en las tierras de Allah, que la mujer sigue siendo mero juguete del hombre, que continúa ésta encarcelada tras los barrotes infames de opresivos ropajes y demenciales normas.

Concluidos los diversos análisis no puedo más que sentirme aliviado al pensar que las "occidentales" pueden ya saber si son mujer primavera o mujer otoño, y así escoger las prendas y afeites oportunos que las impidan quedar mustias, grotescas o incluso inexistentes a los ojos de la sociedad. Podrán estar bellas, y ya dijo alguien que "la belleza os hará libres". Bueno, quizás no fuese la belleza, ahora dudo.
Pero me han despertado ganas de analizar las tertulias que, de seguro, también transmitirán las televisiones árabes. Quizás existan allí también especialistas en corte, confección y belleza que recomienden colores y texturas dependiendo de si la fémina en cuestión es mujer hiyab, mujer niqab, mujer shayla, mujer chador o mujer burka. ¡Vaya!, a pesar de estar más sometida que la mujer occidental, resulta que la islámica puede dividirse en cinco, en vez de cuatro categorías. Es, evidentemente, una prueba más del grosero machismo musulmán, ya conocen la aseveración de que en la variedad está el gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

soy todo oídos...