Ahora que el año se acaba, desprendidas ya las vestiduras de ilusión y sueño con que lo engalanamos en su inicio, desnuda ya su piel de días gastados y planes fracasados, miramos al que le ha de suceder y comenzamos a confeccionarle nuevo disfraz de esperanzas.
Es ahora que el año muere, desnudo, entre la siega repentina de los abrazos no dados y los besos escondidos, que negamos dirigir la mirada a su piel gastada y decidimos orientar las huellas dactilares hacia la promesa de goce que nos ofrenda el año venidero.
Le vestiremos de fiesta y murmullo, de futuro no escrito y alegría de cosecha virgen, y soñaremos con ir desnudándolo, día tras día, con el ánimo encendido por la promesa de carne fresca de su transcurrir exacto.
Dedicaré unos minutos, sentado y silente, a rescatar el vuelo de los días futuros del pico de las gaviotas que juegan a revolverlos con los sentimientos, a la hora del café matutino.
Encenderé un cigarro asomado a la proa del tiempo que nos va a ser regalado, sólo por soñar que en esta ocasión, no, no lo malgastaremos.
Es ahora que el año muere, desnudo, entre la siega repentina de los abrazos no dados y los besos escondidos, que negamos dirigir la mirada a su piel gastada y decidimos orientar las huellas dactilares hacia la promesa de goce que nos ofrenda el año venidero.
Le vestiremos de fiesta y murmullo, de futuro no escrito y alegría de cosecha virgen, y soñaremos con ir desnudándolo, día tras día, con el ánimo encendido por la promesa de carne fresca de su transcurrir exacto.
Dedicaré unos minutos, sentado y silente, a rescatar el vuelo de los días futuros del pico de las gaviotas que juegan a revolverlos con los sentimientos, a la hora del café matutino.
Encenderé un cigarro asomado a la proa del tiempo que nos va a ser regalado, sólo por soñar que en esta ocasión, no, no lo malgastaremos.
mis mejores deseos para el año venidero