miércoles, 16 de mayo de 2012

noticias asesinas

Sorprenden la fugacidad de nuestros días crueles noticias que nos hacen tomar conciencia del estupor de los calendarios. Es así que los periódicos, la urgencia de tinta del papel impreso, son la única prueba, hoy, de la realidad y la inminencia.

Cogemos el periódico del día y leemos que aquel o este banquero han recibido una suculenta y millonaria indemnización por los esforzados años transcurridos al servicio de la empresa, o que en un país lejano de cuyo nombre nunca tuvimos constancia se libra una batalla aún más lejana en la que mueren, en primer lugar, ancianos, mujeres y niños, como en el abandono inverso de un trasátlantico que, inevitablemente, se hunde.

Dejando que pasee ante mi mirada la acción frenética de imágenes de una de esas teleseries con que gustan de ametrallarnos a día de hoy, en la televisión, detengo mi atención en la primordial pista de una supuestamente turbadora investigación criminal. Resulta que el asesino ha enviado a la oficina del detective de turno, la instantánea de una de sus víctimas, convenientemente ensangrentada, junto al periódico del día. 
Repaso mentalmente las numerosas ficciones de celuloide en que tal argucia es desencadenante de un tropel de actividades policiales que conduzcan a la detención del peligroso criminal. Asusta pensar que los guionistas adjudiquen siempre al homicida la lógica que no emplean las fuerzas del orden. ¿Qué mejor manera de exponer al intranquilo público las más mezquinas de nuestras acciones que mostrar la portada del periódico del día? La noticia palpitante de actualidad e Historia, delicadamente moldeada en el barro vegetal del diario, no admite photoshops ni otras argucias orientadas a estafar la realidad.

Hubo un tiempo en que la objetividad cruel de la realidad circundante quedaba inevitablemente retratada por la violencia súbita del flash fotográfico. Nada que esconder u obviar, ni modo de ocultar las atrocidades de un conflicto o revuelta. Sangre y dolor ensuciando las páginas del periódico, dejando al libre criterio del lector cualquier tipo de análisis de opinión. Hoy, ya, los reporteros gráficos deben jugar con programas informáticos al igual que lo hacen los niños del mañana, y acatan normas no escritas orientadas a jalear diferentes posturas ideológicas. Línea Editorial, lo llaman. Entramos de lleno en la subjetividad fotográfica, y las imágenes que acompañan la palabra, en los periódicos, se tiñen de manipulaciones y tintes diversos que emparejen, amorosas, con la línea editorial de la corporación de turno.

Parece que los únicos que han comprendido la inextirpable realidad del periódico del día son los asesinos de las teleseries. Frente a la rauda manipulación de procederes y pensamientos, la emperifollada batería de ornamentos cibernéticos de los noticieros informáticos, el criminal muestra la sorpresa de tinta y actualidad del periódico del día. La foto de portada quizás esté también manipulada, y los titulares embebidos en indisimuladas consignas ideológicas. Pero la fecha no engaña, y cualquiera puede comprobar que el diario que sostiene entre sus manos agarrotadas la víctima en apuros, está aún a la venta en cualquier quiosco de la ciudad.
A la venta y a precio de saldo. Como la objetividad. Como la información veraz libre de consignas más allá de la de traer a la ciudadanía la realidad salvaje de los días. 

Creo que hoy, en mayor medida que antaño (si cabe), un hombre de su tiempo debería llevar, bajo el brazo, el periódico del día.

3 comentarios:

  1. Poético como habitualmente, Pablo. Tus palabras me traen el recuerdo visual de aquellas páginas que envolvían bocadillos de sardinas ofreciendo una lectura apresurada en la transparencia del aceite, a la escasa media hora restada del trabajo productivo, o de aquellas otras clavadas con escarpia o alambre en los escusados de cualquier bar de barrio. Todas ellas recicladas con objetivos gastrointestinales, pero manteniendo la información, veraz o suplantada, que facilitara esos procesos digestivos tan humanos.

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  2. Por no hablar de cuando tal o tal periódico de una u otra ideología enarbola los ideales para autoposicionarse sin tener en cuenta la objetividad, la necesidad imperante y usan el sensacionalismo como autopropaganda. Habráse visto!

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  3. Leyéndote entiendo el entusiasmo por tu prosa, Pablo. Es un placer hacerlo pese a su contenido.
    Un saludo

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soy todo oídos...