martes, 13 de diciembre de 2011

somos miedo

Veo acercarse el invierno, con su traje de rey destronado, con sus vendavales de escarcha silenciosa y feroz, con su quedo batallón de virus organizando el ataque. Es, por tanto, que la fiebre, la enfermedad, como novedoso anticipo del invierno, ha tomado posesión de mi cuerpo, y vivo días en que el espacio se me antoja dúctil, las horas acuosas...la temperatura repite viaje, una y otra vez, en una montaña rusa de tiritonas y ardores.
La enfermedad, invariablemente, nos visita como lo hace esa tía lejana que creemos no haber visto hace siglos, pero que, fiel a su cita anual, viene a recordarnos todo el catálogo de familiares difuntos y tragedias cotidianas que acumula nuestra memoria. La enfermedad como memoria ulterior de la muerte, eso parece. 

Finalicé anoche la segunda y última temporada de Romanzo Criminale, una teleserie italiana de factura impecable, que poco tiene que envidiar a esas hermanas estadounidenses que tan absorto tienen a medio mundo de televidentes. ¡Ah! y es más corta, más asequible, sólo 23 capítulos, qué pereza enfrentarse a las 7, 8, 14 "temporadas" de las más exitosas, ¡demasiada epopeya! 
En Romanzo Criminale, asistimos al nacimiento, grandeza, declive y extinción de una banda mafiosa que hace de la Ciudad Eterna su campo de entrenamiento. Y nos gusta, mucho. Porque, como toda historia de delincuentes que se precie, nos regala ésta todo un catálogo de los más profundos e inalienables sentimientos del ser humano, sin disfrazarlos con las vestiduras de la moral y el buen proceder. No es fácil evitar la simpatía hacia los personajes de acciones más deleznables, los más violentos, los menos piadosos. Y es así porque, desde el inicio, adivinamos en su proceder la huella profunda del miedo. Viven su vida en el hampa como una larga enfermedad cuyos síntomas pretenden evitar, pero cuyas consecuencias están seguros de tener que sufrir algún día. Como en la vida de uno. Como en la vida de cualquiera.

Es ahora que la enfermedad me viste de miedo cuando admiro más a estos personajes. Ellos son capaces de disfrazar el pánico del seguro hundimiento sin recurrir a pastillas, jarabes, cosas. Ellos saben lo que son y lo enfrentan con la urgencia desatada de pasiones que a todos nos habitan y, ¡ay!, en demasiadas ocasiones pretendemos esconder. 

Hoy es 13 del 12 del 11...la fiebre me impone pensar si no será el inicio de algún tipo de cuenta atrás. No nos vendría mal, de vez en cuando, saber lo que somos.



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